UN AÑO...

UN AÑO...

domingo, 23 de marzo de 2008

¡Hermanos al fin!

Hoy el universo me confirmó que el tiempo es sabio y que la espera es de maestros... hoy pude ver que todo pasa y comienzan cosas nuevas, que todo es por y para algo, que sólo hay que esperar para contestar cada pregunta... 

Hace algunos meses cuando mi niño venía en camino, sufrí mucho por mi princesa, pues estaba enojada y confundida, mordía, pegaba, lloraba todo el tiempo y no quería que yo la soltara. Le llevó su tiempo procesar la llegada del bebé y con ello lo que se le venía encima. Para mí fue muy difícil y me culpaba todo el tiempo, pensaba: "fue demasiado pronto", "cómo volverá a ser la de antes", "qué está bien" "qué hago mal", "cómo le explico", etc...  Recuerdo ese período muy difícil para toda la familia y parecía no tener fin...   

Hoy de pronto fui testigo del milagro: ella me pidió ayudarme a darle su fruta matutina, así los senté frente a frente con sus baberos, le dí la cuchara y ella con mucho amor tomaba la fruta y se la daba en la boca a mi niño, él feliz la abría y jugaba con ella. Ella le hablaba "a ved, tu boca", "Come Papisho, come" le decía con su vocecita tierna... Me quedé observando esa hermosa relación que ya "es", el amor que hoy une a esos dos que juntos sólo suman tres años, los que ya no me necesitan para presentarlos ni ayudarles a mediar nada, mis niños ahora sí son HERMANOS... 

Me siento profundamente agradecida por ver esto, al mismo tiempo recordando a mis tres hermanos, a la que sufrió mi llegada y a los que vi llegar...

2 comentarios:

Hummingbird dijo...

¡Me haces llorar!
Lloro no sólo por tu Princesa (a la que entiendo perfectamente) y por su dificultad para asimilar esta nueva presencia en su vida. Lloro también por su capacidad de amar y de alimentar (en muchos sentidos).
Lloro por tí, por tus dudas, por tus inquietudes, y por tu capacidad de esperar y decidir que el tiempo mande.
Lloro por tus hermanos. Y lloro por mi hermano, por nuestra relación, por esos dificultosos encuentros, por nuestros desencuentros, por nuestros esfuerzos constantes de reencontrarnos, y por nuestra dificultad para mirarnos a los ojos y decirnos "te quiero, a pesar de nuestras diferencias".

Ingrid dijo...

Te iba leyendo y podía ver lo que describes... lo podía sentir. Entiendo tu satisfacción como madre, aplaudo tu paciencia y, sobre todo, admiro tu capacidad de ver el mundo que te rodea, de ver a tus hijos convertirse en hermanos y de verte a ti como ser humano.